24 de diciembre y seguimos otra vez.
Esta vez para bien, lo sé porque no te
eché—y de todos modos nos despedimos.
Sin zapatos. Sin portazos.
Doblamos la ropa y nos fuimos
por caminos separados.
Te fuiste con esa camisa de franela tuya
que me gustaba pero recordé tomar
tu cepillo de dientes. ¿Dónde estás esta noche?
Richard, es Navidad otra vez
y el viejo fantasma vuelve a casa.
Estoy sentada junto al árbol de Navidad
preguntándome dónde nos equivocamos.
Bueno, no funcionamos y todos
los recuerdos, la verdad, no son buenos.
Pero a veces hubo buenos momentos.
El amor fue bueno. Me encantaba tu dormir
chueco a mi lado y nunca soñé con miedo.
Debería haber estrellas para grandes guerras
como la nuestra. Debería haber premios
y mucho champagne para los sobrevivientes.
Después de todos los años de humillaciones,
el fracaso de varias vacaciones,
debería haber algo
para conmemorar el dolor.
Algún día olvidaremos ese gran desastre en Brasil.
Hasta entonces, Richard, te deseo lo mejor.
Te deseo amoríos y mucha agua caliente,
y mujeres más amables que como te traté.
Me olvidé la razón, pero te amé una vez,
¿te acordás?
Tal vez en esta época, borracha
y sentimental, estoy dispuesta a admitir
que una parte de mí, enloquecida y kamikaze,
está lista para la anarquía, ama todavía.
(Traducción al castellano de Hugo Zonáglez)
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