En mi pueblo natal, en el tiempo
de las carreras locas a campo traviesa
detrás de mariposas o locomotoras a vapor,
había además otras cosas que hacer.
Había que abrir bien los ojos para confeccionar
un buen inventarlo de las cosas de ese mundo
Había que preguntarlo todo sin dar ni pedir cuartel.
Había que pasar
frente a las bodegas de granos y forrajes
y volver a pasar
hasta llenarse los pulmones del olor a heno seco
para toda la vida.
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