El centro no es un lugar, sino una ausencia de lugar; fraudulentamente, desea no ubicarse en ninguna parte, sustraerse de toda ideología. La noción de centro produce la ilusión de que, vaciando de contenido toda proposición, se realiza la utopía de una vida política sin fracturas. Pero así se rompe el lazo que ata las palabras al mundo: temeroso de agitar la realidad, el centro político flota en el vacío y prefiere dejarla como está.
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