1. Un niño baja a toda velocidad
por la avenida Francia de Valparaíso.
Ríe como si las ruedas de su silla
fueran en realidad andantes piernas.
2. El señor que el otro día lustró mis zapatos
en el paseo Ahumada, dijo que su madre
en vez de parirlo, lo había cagado.
Perdone la expresión, señorita.
Éramos tres hermanos, el del medio su favorito.
Todo se paga en esta vida, no puedes sembrar
porotos si cosechaste papas. Por eso se lo mataron.
Tengo siete hijos yo hubiera querido doce.
A mi señora la operaron. Todos son profesionales.
Bueno, tres de ellos. Con veinte zapatos
que lustre por jornada la hago. Pero si se fija,
señorita, el setenta por ciento de la gente
usa zapatillas. Antes aquí caminaban caballeros.
Ahora se fueron todos al barrio alto.
Me fui de la casa a las diez años. Vendí calugones
en la micro. El flaco Ramírez, que se pone
en esa esquina pero no vino hoy día,
me enseñó el oficio. Soy feliz, pero la vieja
culiá de mi madre debe estar ardiendo
en el infierno.

domingo, 18 de mayo de 2025
Notes
Sobre la novela polifónica
Narrar una historia utilizando múltiples voces debería permitirle al lector o lectora enterarse de puntos de vista distintos entre sí. De esta forma se dispersa el poder de una voz única y se suman perspectivas que complejizan lo que se sabe sobre lo narrado. Si se hace bien, es decir, si hay muchas perspectivas, la narración pasa a ser dialógica y se contrapone a una narración monológica, donde prima solo un punto de vista. Demás está decir que puede haber novelas estructuradas en torno a una sola voz que a pesar de ello son también dialógicas. No se trata entonces de la cantidad de voces, sino de cómo se trabajan los puntos de vista y, claro, esta distinción no hace referencia a la calidad de una ficción.
Esta novela manifiesta un monologismo profundo sostenido por una figura autoral que opera como un director que solo fragmenta la información, pero que no entrega puntos de vista diferentes, contradictorios o que actúen como puntos de fuga.
De esta forma, la novela fracasa en su intención polifónica (es monofónica).
Patricia Espinosa.
jueves, 1 de mayo de 2025
Adiós al Führer, poem by the greatest Jorge Teillier
Adiós al Führer, adiós a todo Führer
habido o por haber.
Adiós a todo Führer verdadero o falso,
buenas noches, le digo, buenas noches
con una íntima tristeza reaccionaria.
Adiós al Führer que engullía tortas de selva negra
mientras sus tanques se alimentaban de caminos de Europa.
Adiós a todo Führer que ame a Wagner o la Giovinezza
ya sea lampiño, barbudo o bigotudo.
Adiós al Führer que en submarino huyó a Buenos Aires
tras matar a Eva y a Blondi, su fiel perro.
Desde los hielos lo oye llamar Miguel Serrano
mas ni por mar ni por tierra podrán encontrarlo.
Adiós a todo Führer que nos ordene sepultarnos con él
tras contemplar cómo arden las ruinas de su Imperio,
y entretanto no deja a nadie dormir tranquilo
aunque no hayamos violado, ni robado, ni asesinado.
Adiós a todo Führer que obligue a los poetas
a censurar sus manuscritos o mantenerlos secretos
bajo pena de mandarlos a su Isla o Archipiélago
o a cortar caña bajo el sol de la Utopía.
Adiós al Führer de la Antipoesía
aunque a veces predique mejor que el Cristo de Elqui.
Es mejor no enseñar dogma alguno, aunque sea ecológico,
cuando ya no se puede partir a Chillán en bicicleta.
Adiós al Chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo
donde escribió El Lobo Estepario antes que Hermann Hesse,
aunque N.S. Jesucristo murió por él según lo dice Anguita,
y adiós por quienes desean que demos el sí cuando amamos el no.
Adiós a todo Führer a quien no le importa perder cuarenta o cuarenta mil hombres
con tal de invadir islas pobladas por ovejas,
y tras la derrota se acoge a general jubilación
a oír Silencio en la noche ya todo está en calma.
Adiós a quien un tiempo fuera nuestro secreto Führer
y nos recomendaba abstinencia botella de whiski en mano,
y con desprecio abandonó su Bunker frente al cerro
para conquistar Venezuela como sus antepasados.
Adiós al pícaro que pretendía ser Martín Bormann:
Enrique Lafourcade, conde de la Fourchette.
Lo verán pasear un ridículo perrito
sin poder alcanzar ni al Parque Forestal.
Lo verán alimentarse, fantasma rubicundo,
de pálidas y frágiles palomitas nocturnas.
Lo verán recorrer los más perdidos pueblos
buscando firmar autógrafos a Alcaldes y parvularias.
Lo verán sollozar pensando en sus Días sin Dieta
con patitas de chancho en Los Buenos Muchachos.
Lo verán derramar una furtiva y valetudinaria lágrima
mientras canta Yo soy el Rey creyéndose Pedro Vargas.
Y ya no habrá nadie de la Generación del 50
para entonar a coro Yo tenía un camarada.
Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo
y también con una soga
creyendo que como él somos apenas sensitivos.
Y buenas noches, amigos, buenas noches,
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos.
De Cartas para reinas de otras primaveras,1985
Poesía Lárica
La palabra “lárico” aparece en una carta de Rainer Maria Rilke a Witold Hulewics en la que aboga por la defensa y permanencia de la casa familiar y de las cosas llenas de vida que hay en todo hogar. Ellas conservan el latido de lo humano, en contraste con los objetos indiferentes o pseudo cosas que se fabrican en serie en los Estados Unidos. Los poetas, dice Rilke, tienen la responsabilidad de custodiar el recuerdo de las cosas antiguas y de preservar su valor humano y lárico. Rilke explica que con esta última palabra se refiere a las divinidades del hogar. De allí la tomó Jorge Teillier, según él mismo cuenta.