viernes, 9 de abril de 2021

Florilegio de entrevistas de Cecilia Pavón

Cecilia Pavón en Columbia University

http://laiccolumbia.reclaim.hosting/journal-graduate-research/entrevista-cecilia-pavon/

Cecilia Pavón (Mendoza, 1973) es escritora, traductora, editora, artista y parte de la colectividad Belleza y Felicidad. Formada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, ha vivido en la ciudad desde 1992. Sus publicaciones incluyen los libros: A Hotel With My Name (Scrambler Books, 2015), Belleza y Felicidad (Sand Paper Press, 2015), Un hotel con mi nombre (Mansalva, 2012), Los sueños no tienen copyright (Blatt & Ríos, 2010), 27 poemas con nombres de persona (Triana, 2010), Once sur (Blatt & Ríos, 2013), Caramelos de anís (Belleza y Felicidad 2004) los blogs Cecilia Pavón y Once sur (oncesur.blogspot.com). Ha traducido Proximidad del amor de Tracey Emin (Mansalva, 2012), Verano del odio de Chris Kraus, con Claudio Iglesias, (Eterna Cadencia, 2014), entre muchos más. 


Creo que la intuición es muy importante en la traducción, que todo lo que rodea el acto de traducir influye en el trabajo final. Como decía antes, las afinidades electivas, el por qué uno decide o no traducir algo, ya está marcando cómo quedará la traducción. No es lo mismo traducir un poeta porque uno se enamoró de su obra que traducirlo por encargo, creo que lo afectivo también juega un rol principal en la traducción.

Pienso que las tecnologías están relacionadas con la visión del mundo de una época, eso no se puede negar. Vivimos en la era de las redes sociales, quizá toda la literatura de Belleza y Felicidad era, un poco intuitivamente, una forma de adaptar el lenguaje a esas formas de la tecnología que estaban en ciernes. (En 1999, en Argentina todavía no había cámaras de fotos digitales por ejemplo, ni banda ancha). Pero también pienso que la poesía es algo antiguo que va adaptándose a cualquier formato a lo largo de los siglos o milenios, en ese sentido podría decirse que el formato en que se publica un poema es azaroso porque lo que transmite la poesía es mucho más antiguo, casi atávico o biológico. Pienso a la poesía como una necesidad biológica antes que cultural.


Cecilia Pavón: "Escribo en primera persona para reírme de mí misma"

https://www.eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/entrevistas/item/cecilia-pavon-escribo-en-primera-persona-para-reirme-de-mi-misma.html

Siempre pienso que el yo o la primera persona son solo una excusa para transmitir un estado afectivo, una percepción del mundo a partir del afecto, un universo concebido y experimentado antes que nada desde la emoción, quizás porque vengo de la poesía, para mí lo más importante en la escritura es siempre la emoción. Y el humor, que es una de las emociones centrales de la vida, no sé si lo logro pero al menos lo intento que el yo sea siempre un chiste sobre el yo, digamos que escribo en primera persona para reírme de mí misma, de las cosas que me pasan. Yo diría que mi ideal es lograr que la vida real deje su gravedad de vida real y se transforme en poema. No sé si lo logro, pero lo intento.

La ficción para mí tiene que ver con lo que está pasando aquí y ahora, con reconfirmar que el mundo existe, que no es un sueño y que, al mismo tiempo, también puede ser cualquier cosa distinta, como si todo lo que pasa en la realidad tuviera la potencialidad de tener un final abierto, algo así... Percibir el presente pero intuyendo el futuro que hay en él.

Belleza y Felicidad fue como escribir un poema pero en tres dimensiones y fuera de la página, en ese sentido fue un lugar muy literario. Como mucha gente dijo, la mezcla de poesía y artes visuales en un espacio era y sigue siendo algo bastante raro. En general, las disciplinas se manejan más bien por carriles separados. Belleza y Felicidad fue una especie de sueño, capricho, o de alucinación, tres cosas que para mí tiene que tener la literatura sí o sí.

Cecilia Pavón: “Una editorial independiente es una forma de crítica literaria más potente que la de los diarios”

https://loqueleimos.com/2015/11/cecilia-pavon/

Yo fui al taller de Arturo Carrera cuando tenía veinte años y recién empezaba a escribir y me sirvió mucho, no sé si en términos de “formación” sino de experiencia de vida. A todos los que vienen a mi taller en realidad les digo que no les puedo enseñar a escribir sino que se trata solo de un espacio para experimentar y compartir, también es una especie de terapia donde hablamos de nuestra vida sentimental, o de política y de cómo todo se relaciona con la poesía. No sé, no tengo muy claro el método que uso ni nada, creo en lo espontáneo y en la improvisación y en transmitir autores, creo que después todo se da solo.

En los cuentos me siento como un personaje de una obra de teatro que exagera en todo y a la vez trata de decir la verdad… porque la literatura para mí siempre es en un punto exageración, un acto de deformación de la realidad. En los cuentos trato de buscar un concepto y desarrollar todo en torno a eso, no creo en contar algo o en el verosímil o en la psicología del personaje, los cuentos que me gustan son más bien los que tienen una idea, como los de Borges.

Ese cuento habla de la lucha entre distintos paradigmas del arte, el que sostiene ese chico alemán, basado en la música clásica y otro, más americano diría yo, basado en la experiencia cotidiana. Obviamente esa afirmación es irónica, bueno, todo ese cuento es irónico, fui a un festival de poesía en Alemania y la gente me pareció solemne y grandilocuente, gente joven que se había olvidado de la subcultura y el rock y hablaba de Schubert… y pensé: “Este continente está mal”.

Sí, siempre me gustó el rock y los primeros poemas que escuché eran canciones de Charly García, Virus, Soda Stereo, cuando tenía diez u once años. A los doce me acuerdo que escuchaba todo el día sin parar un disco de Charly García, Piano Bar, estaba fascinada, creo que había más poesía ahí que en muchos poetas. Es una cosa generacional, me parece.

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