Consejos para poetas.
Décima por despedida
Se va Violeta Javiera.
Abre sus alas, viajera
rumbo a la España colonial.
Que le vaya fenomenal,
le deseo, compañera.
Mi primer panita en Valpo,
me dio techo, pan y pega.
Lo que das, de vuelta llega:
¡pa usté abundancia total, po!
Te espera, tu amado Valpo.
lunes 7 de enero de 2019
Equilibrio Universal
Ayer quería darle
una moneda o algo de plata a una mujer que cantó hermoso en el metro,
pero al abrir el monedero sólo tenía una moneda de 500. Decidí no darle
mejor. Al ratito, la chica que iba sentada al lado mío me pasa 150 pesos
y dice: ¿le vas a dar? ¿Podrías darle esto que me voy a bajar? Y pensé:
me quedo esos 150 y le paso los 500. Es perfecto. Y eso hice. Como si
el destino siempre hubiese sido que la cantante recibiera mi monedita de
500.
Para ti que estás leyendo,
Ésta es una carta de amor, porque siempre se escribe desde el corazón.
Me llamo Arelis Uribe, tengo 36 años, estudié en un colegio de Gran Avenida, en Santiago, un barrio con poquitos árboles y muchas casitas. Ahí empecé a escribir. De eso se trata “Quiltras”, mi libro de cuentos, de jóvenes que habitan barrios que la gente pituca consideraría feos; chiquillas de piel morena y dientes torcidos, que quieren tener un futuro luminoso pero no saben cómo lograrlo, que van al colegio y se aburren porque los adultos son fomes, que prefieren bailar su música o fumar a escondidas.
Comencé a escribir de ociosa, porque la escritura es el viaje más económico. Una puede inventar lo que quiera en su mente y luego ponerlo por escrito para leerlo más tarde e incluso para que otras personas también lo lean. Es como ver una película creada solo con letras. Siempre me gustó leer, por lo mismo: es la forma más sencilla de viajar. No sé si les dan curiosidad los libros, en serio son muy divertidos. Cuando te metes en uno es como estar en una fiesta escuchando a tus amigas contar una historia. “El Quijote”, por ejemplo, aunque está escrito con palabras muy antiguas, dice cosas demasiado chistosas. Se trata de un tipo que lee tantas novelas de caballeros que empieza a creerse uno y sale a pelear con una armadura ridícula (su casco es una especie de pelela). Es una novela absurda. Lo que quiero decir es que los libros son como las personas: a veces cuesta entrar a ellas, pero cuando una les encuentra la gracia pueden ser muy bacanes.
Solo esa idea aspiro a dejarte: no temas a los libros, dales una oportunidad. Hay escritoras chilenas que son mujeres y fueron estudiantes—igual que vos—y escribieron sobre cosas que estoy segura sientes ahora: Paulina Flores y Daniela Catrileo. También hay autores que en el pasado construyeron obras monumentales y bellas como castillos: Gabriel García Márquez, Svetlana Aléxievich, Annie Ernaux, su trabajo fue tan impresionante y novedoso que recibieron el Premio Nobel. Búscales en bibliotecas, síguelos en redes sociales, acompáñate de sus palabras. Vuélvete una quijota demente que sale a la calle a combatir molinos de viento con una bacinica en la cabeza.
¿Por qué no?
Con cariño,
Así se cuenta la plata, a lo antiguo: unila, dorila, trifila, cuartirola, quintanilla, sebastián, siete machos, chacavía, nueve del jueves y diez con vicuña makenna. Así se cuenta el dinero.
"Mi abuelo me lo enseñó así: unila, dorila, tristeza, cuarterola, quintanilla, sebastián, siete machos, pinocho, nodriza y zota. Debe haber salido de otra cana xd".
Poesía.
Tres veces vino el malón
tres veces lo rechazamos
pero ahora viene otra vez
y no podemos luchar
El winka está disparando.
Escondámonos debajo de la montaña
y que se vaya nuestro espíritu
a dormir sobre la tierra
y que sobre las estrellas
se duerma todo este campo.
Cuando recién descansaba mi mano
muchas armas nos rodearon
tomando a nuestro Cacique
mientras a nosotros nos golpeaban.
Le sacaron la piel de la espalda
y cortaron su cabeza
a nuestro valiente Cacique
y la piel de su espalda
la usaron de bandera
y su cabeza
me la amarraron a la cintura.
Vamos llorando y nuestra sangre
riega la tierra
De rato en rato bajo la mirada
a la cabeza que llevo en la cintura
y me parece que ya va a hablar
pero continúa en silencio.
Este poema abre “Se ha despertado el ave de mi corazón”, poemario con el que en 1990, Lionel Lienlaf ganó el Premio Municipal de Santiago. Lienlaf tenía veinte años. Bestial.